Este artículo es la continuación del post Retos de la RSE (I), pues lo cierto es que son innumerables y cada día se nos ocurren más.
Hoy diferenciamos 5 nuevos desafíos que las empresas deberán afrontar en materia de RSE durante los próximos años:
1. Más autocrítica en las Memorias de sostenibilidad. Este reto va muy en la línea de otro que ya mencionamos (saber comunicar mejor), donde advertíamos la excesiva pretenciosidad en las comunicaciones sobre RSE, que habitualmente ponen el foco en las bondades de la empresa y no en lo verdaderamente importante: lo que aporta la acción a la sociedad en su conjunto. En esta misma línea, las Memorias de sostenibilidad tienden a convertirse en un compendio de prácticas responsables de las empresas, sin análisis ni autocrítica. Sin embargo, las compañías verdaderamente responsables deberán empezar a mostrar sus áreas de mejora, los conflictos a los que se han enfrentado y cómo han gestionado su resolución. Asísmismo, estos informes deben dar una vuelta de tuerca, transformando sus resultados y datos en cómo la empresa ha aportado al desarrollo de la región y el país en el que opera.
2. Diálogo constante con Grupos de Interés. Una política de RSE verdaderamente efectiva ha de diseñarse a partir del diálogo con los diferentes Grupos de Interés (empleados, sindicatos, proveedores, sociedad, medios de comunicación…). Si se obvia este primer paso, las acciones de RSE quedan descontextualizadas, perdiéndose el sentido de las mismas. Hoy estamos, aún, lejos de este paso. Las empresas tienden a realizar primero las acciones de RSE para después compartirlas con sus Grupos de Interés.
3. Creación de sistemas efectivos de indicadores para monitorear el impacto social. A fecha de hoy, el análisis que hacemos las empresas de nuestros proyectos de RSE continúa siendo deficitario, al no estar familiarizados con indicadores y estándares que permitan evaluar cómo impactan las acciones en la empresa y en la sociedad. Quizás cada organización debe abanderar la creación de estos estándares desde dentro, teniendo en cuenta diferentes factores (sector, perfil de sus empleados, análisis del entorno en el que opera, etc).
4. Apoyar la diversidad como palanca de desarrollo. El discurso sobre diversidad se ha pulido notablemente en los últimos años, escuchando cada vez más argumentos a favor de la contratación de personas con discapacidad, mayores de 45 años, mujeres en riesgo de exclusión… Sin embargo, muchas empresas y sectores siguen seleccionando perfiles muy homogéneos, convencidos de que esta estrategia será la que mejor funcionará porque siempre ha sido así. En este sentido, hay que pasar de las palabras a la acción y no entender la diversidad como política social o altruismo, sino como verdadera aportación de valor. ¿Por qué? Porque una plantilla diversa aporta nuevos puntos de vista, nos permite abrirnos a nuevos mercados, conectar con diferentes públicos y mejorar sustancialmente el clima laboral. En esta línea, en los próximos años será estratégico apoyar la convivencia intergeneracional (Generación Y o Millenials, Generación X, baby boomers…), ante una sociedad cada vez más envejecida, prepararse para la Directiva europea sobre Diversidad (40% de mujeres en los Consejos de Administración para 2018) o cumplir de forma efectiva la Ley General de la Discapacidad.
5. Interiorizar la relación entre sostenibilidad y valor en los mercados, participando en índices de sostenibilidad como el Dow Jones Sustainability Index o FTSE 4Good. En esta nueva era, la RSE se ha convertido en un factor que tienen cada vez más en cuenta los inversores, que ya no sólo buscan empresas económicamente viables, sino que exigen que sus objetivos económicos sean alcanzados de forma responsable. Las empresas que participan en estos índices generan una confianza mayor, en un entorno en el que la reputación constituye un factor fundamental, especialmente en una coyuntura de alta volatilidad.
Más retos para las empresas en materia de RSE
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