Los 10 mandamientos de la entrevista de trabajo

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Lo hemos conseguido…¡nos han llamado para una entrevista de trabajo! Esto quiere decir que a la empresa le ha gustado nuestro perfil y quiere conocernos en persona. La entrevista es un momento crítico en el que tenemos que causar buena impresión al reclutador, lo cual es relativamente sencillo si nos tomamos muy en serio estas 10 pautas básicas, “los 10 mandamientos de la entrevista de trabajo”.

Nunca llegaré tarde. La puntualidad es la primera información que recibe el entrevistador. Si nos retrasamos, podemos transmitir la impresión de personas informales, que no tomamos nuestro trabajo como algo prioritario. Algo tan sencillo como llegar a tiempo nos permitirá causar una buena impresión de partida.

No interrumpiré a mi entrevistador. Le escucharé con atención y únicamente hablaré cuando me pregunte. Si tengo dudas, mejor esperar al final para plantearlas.

No me vestiré “de cualquier manera”. La primera impresión vale mucho y por eso es fundamental vestirse con la ropa adecuada. Tan desacertado es acudir a una entrevista para un puesto directivo en chándal, como a una de mozo ataviado en un traje de chaqueta.

No hablaré mal de empleos anteriores. Da muy mala imagen: podrían pensar que el día de mañana hablarás también mal de ellos. Quédate siempre con la parte positiva de todos los trabajos y destácala si te preguntan por ellos.

No haré ciertas preguntas en la primera toma de contacto. Si es tu primer contacto con la empresa, no resulta apropiado hacer preguntas del estilo: ¿cuándo podré cogerme vacaciones?, ¿hay posibilidad de subida de sueldo? Lo importante es demostrar al entrevistador que tienes interés en formar parte de su equipo: lo demás es secundario y ya habrá tiempo de discutirlo.

No mostraré desesperación. Es importante proyectar interés por la empresa e ilusión por formar parte de ella, pero sin revelar ansiedad ni entrando en detalles personales, es decir, hay que evitar frases como: “estoy deprimido porque no trabajo”, “ruego que me contratéis porque ya no sé qué hacer”. Mejor reconvertirlas a afirmaciones como: “tengo mucha ilusión por formar parte de una empresa como ésta” “Si apostáis por mí no os vais a arrepentir”.

Siempre miraré a los ojos del entrevistador. Denota autenticidad. Tanto en el saludo como en el transcurso de la entrevista. En el saludo, es mejor dejar que el reclutador tome la iniciativa. Normalmente nos ofrecerá la mano. En este caso le corresponderemos con firmeza y siempre mirando a los ojos. No se trata de no levantar la mirada ni un instante, sino de procurar no mirar al suelo o a los lados mientras hablamos, pues puede parecer que escondemos algo.

Siempre llevaré una copia de mi currículo. Los reclutadores reciben cada día a bastantes personas y no siempre tienen impreso el currículo. Si tú llevas una copia y se la ofreces, proyectarás iniciativa y capacidad resolutiva. Será un detalle que gustará.

Responderé siempre a lo que se me pregunta. Uno de los errores más comunes en las entrevistas es “irse por los cerros de Úbeda”, es decir dar una respuesta ambigua o poco clara. Si nos preguntan algo es porque tienen interés en saber más sobre ello, por lo que hemos de ser concisos y asegurarnos de cubrir las dudas del entrevistador.

Seré humilde, pero destacaré mis logros. Es importante no resultar muy prepotente, pero tampoco tirarse piedras contra el propio tejado. “En el término medio está la virtud”. En Recursos Humanos no suele gustar la prepotencia, pero sí se valora que los candidatos sepan destacar sus logros y aquello que los distingue de los demás.

Irene Gil
Periodista. Más de 10 años dedicada a la Comunicación corporativa, profundizando en la situación social y laboral de las personas que lo tienen más difícil.

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