Mujeres como Sue Austin, hacen evidentes las virtudes humanas, el esfuerzo, el talento, la capacidad de superación, la no rendición, y se convierten en un modelo de comportamiento a seguir para todos.
A causa de una enfermedad cerebral y recién cumplidos los 30 años, a Sue, le diagnosticaron una discapacidad que le obligaba a seguir descubriendo el mundo desde una silla de ruedas. A partir de ese momento, supo dos cosas, la primera, que debía adaptarse a sus nuevas circunstancias y convertir su silla en su mejor aliada, y dos, que esa situación no le impediría descubrir otras formas de libertad e independencia a las que tanto estaba acostumbraba.
Sue se puso el mundo por montera, y decidió tomar su experiencia vital, para destruir, a través de su trabajo como artista, los estereotipos sobre las limitaciones que tienen las personas que se encuentran en sus mismas circunstancias.
Ella misma lo explica diciendo: «casi todos con los que he hablado me dicen que cuando empezaron a utilizar la silla de ruedas desaparecieron como personas. Cuando caí en la enfermedad y terminé en la silla de ruedas, empecé a usar el arte para reconstruirme hacia la sociedad. Sentí que me hice invisible. El proceso artístico me permitió descubrirme y explorarme a mí misma otra vez»,
En el año 2005, aprendió a bucear y llevó a cabo su proyecto FreeWheeling, basado en descubrir las profundidades del mar, con una silla de ruedas adaptada para dicha aventura submarina. A través de sus inmersiones, Sue, crea arte para ayudar a cambiar la forma en la que se perciben algunas discapacidades, y modifica en el imaginario colectivo la creencia de que aquellas cosas que consideramos imposibles se pueden hacer realidad.
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