Cuando estamos en desempleo, nuestro objetivo suele ser encontrar un puesto de trabajo que nos aporte estabilidad y seguridad financiera, en el menor tiempo posible. Sin embargo, es posible que ese contrato estable no llegue tan rápido como nos gustaría. De hecho, lo más habitual es que nos surjan oportunidades a través de contratos de menor duración, que en ningún caso debemos subestimar de partida. El primer paso ha de ser desechar pensamientos de este tipo: «¿para qué me voy a esforzar si en un tiempo ya no estaré en la empresa?», «total, sólo es una semana, así que me limitaré a ir, cubrir el expediente, y luego seguiré buscando un empleo que me convenga más«.
Es muy lícito desear un empleo estable y ser exigentes con nuestras aspiraciones. Y por supuesto, no debemos aceptar todo empleo a cualquier precio, pero sí hemos de cambiar el chip y no presuponer que un empleo temporal es sinónimo de precariedad. He aquí algunas cifras:
– Aproximadamente el 10% de los contratos temporales se convierten en indefinidos. En sectores como el comercio o la hostelería, este porcentaje asciende al 22% y 18%, respectivamente, según Asempleo. Y en muchos otros casos, aunque no se alcance el contrato indefinido directamente, sí se consigue una renovación. ¿Por qué no ibas a ser tú uno de ellos?
– En contra de lo podría pensarse, las empresas no acostumbran a consumir el periodo de prácticas para despedir y luego contratar a nuevos trabajadores (para así ahorrarse costes salariales). En realidad, el 80% de los cambios de temporal a indefinido se realizan tras un período de pruebas inferior a un año, sin agotar el periodo máximo permitido de los 24 meses.
- Esto sucede porque muchas compañías prefieren empezar por la contratación temporal como vía para reclutar talento específico y quedarse con los profesionales que mejor encajan en su organización.
-Hay que tener en cuenta que, de todos los contratos que se firmaron en España en 2015, un 78% fueron temporales. Hemos de aceptar que el mercado es el que es y que, en la mayoría de los casos, se empieza por un empleo temporal antes de conseguir estabilidad.
Por eso, el pensamiento tipo «no me voy a esforzar pues estaré fuera en unos días», puede ser precisamente el que nos excluya de una contratación más estable, al no ajustarse nuestra actitud a lo que la empresa espera de nosotros. Por eso, nuestras recomendaciones ante una propuesta de contratación temporal son las siguientes:
– No fijes la atención sólo en los aspectos cuantitativos (duración del contrato o salario). Tienes que mirar en el largo plazo: ¿la empresa es de mi sector y me hará ganar experiencia? ¿me motivan las funciones? ¿podré hacer nuevos contactos? Si la respuesta a todas estas preguntas es negativa, quizás no es acertado que aceptes el empleo. Pero si alguna de ellas es positiva, no dejes pasar la oportunidad.
– Si finalmente te incorporas de forma temporal a la empresa, olvida la duración del contrato: muestra actitud y compromiso como si fueras a quedarte toda la vida. Es decir, esfuérzate por trabajar de la mejor forma posible, mantén una actitud cordial con tus compañeros y superiores y, si te dan la confianza para ello, sé proactivo. Es decir, no te limites a cumplir estrictamente con tus funciones: aporta un plus que te diferencie. Caso real: Paco fue contratado por una empresa A como limpiador de una oficina B, por 3 meses. Sus funciones consistían en limpiar las 10 mesas de su planta, el suelo y vaciar las papeleras de los empleados. Paco podía haberse limitado a cumplir estrictamente sus tareas, pero sabía que en el detalle estaba la diferencia. De modo que decidió, además de pasar el trapo por las mesas, ordenar la montaña de papeles que solía poblarlas, obviamente cuidándose de no destruir ni tocar información confidencial. Además, todos los lunes, en el camino al trabajo, recogía unos ramilletes de lavanda y los dejaba en la mesa de los trabajadores, una vez limpias, a modo de ambientador y como elemento de «motivación» para afrontar la semana. Por otra parte, propuso a los superiores de la empresa en la que limpiaba, separar los residuos que desechaban los empleados en orgánicos y plásticos, para ser más respetuosos con el medioambiente. Ante la actitud proactiva y profesional de Paco, los responsables de la oficina B felicitaron a sus responsables de la empresa A por la pasión que proyectaba en su trabajo. Rápidamente, Paco fue contratado de forma indefinida y en unos pocos meses fue nombrado responsable de área, coordinando a un equipo de limpiadores.
– Si a pesar de haber proyectado pasión por lo que haces, no te quedas en la empresa, no habrá sido tiempo perdido. Seguro que al menos has podido incorporar una nueva experiencia valiosa a tu currículum (que te abrirá las puertas de futuros puestos de trabajo), hacer nuevos contactos (es importante que te esfuerces por mantenerlos) y, sobre todo, aprender como profesional, pues toda experiencia enriquece y aporta nuevos puntos de vista. Además, si tu rendimiento ha sido bueno, la empresa se acordará de ti para futuras vacantes o a la hora de redactar cartas de recomendación.
Por último, tras la finalización de un contrato temporal, en un puesto en el que te hubiera gustado quedarte, te proponemos hacer un ejercicio de autoevaluación:
- ¿He puesto todo de mi parte para transmitir buena impresión a la empresa? ¿he dado lo mejor de mí mismo?
- ¿Me he apasionado con mis funciones, fijándome en los detalles y buscando un plus a mi trabajo diario?
- ¿He utilizado las herramientas a mi disposición de forma inteligente?
- ¿He cubierto los objetivos en el plazo marcado?
Si todas las respuestas son positivas, ¡felicidades! Sigue así: las empresas no tardarán en descubrir tu talento y pronto encontrarás un empleo estable. Si alguna de las respuestas es negativa, no te preocupes. De todo se aprende y lo harás mejor la próxima vez. ¡Mucha suerte!
¿Qué ocurre cuando creemos que el contrato temporal no es compatible con la prestación que recibimos?
Cada caso particular tiene que ser visto en profundidad, pero en muchas ocasiones, los contratos temporales no son incompatibles con la prestación. Por ejemplo, si cobramos un paro íntegro de 800 euros y conseguimos un empleo de media jornada, por 400 euros, podemos solicitar la compatibilidad de ambos al SEPE, cobrando nuestro salario de 400 euros, mientras el SEPE asume los otros 400 euros restantes, hasta que concluya el tiempo de prestación.
Siempre que el contrato sea de al menos un mes, recomendamos solicitar esta compatibilidad e incluso interrumpir la prestación aunque cobremos algo menos trabajando, pues la experiencia laboral siempre suma y, a mayor tiempo sin empleo, más nos costará reengancharnos al mercado. Tengamos en cuenta que las oportunidades laborales no sobran pero que las prestaciones siempre se pueden reactivar.
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