Qué son las ‘soft skills’

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¿Qué son las ‘soft skills’ o habilidades blandas?

Son aquellas competencias y habilidades que una persona presenta de forma natural, y que también se adquieren a través de la experiencia y de la relación con otras personas. Están más vinculadas a los valores y actitudes que a la formación o a las habilidades técnicas. Las ‘soft skills’ conllevan una mejor inclusión de la persona en distintos ámbitos, y por supuesto en el laboral. Algunos ejemplos de ‘soft skills’ son la empatía, la capacidad de escucha, la creatividad o las habilidades de comunicación.

La importancia de las habilidades blandas

En los últimos años, las ‘soft skills’ se han convertido en cualidades altamente demandadas por las empresas, con independencia del trabajo que se lleve a cabo.
¿Qué quiere decir esto? Que son comunes para todos los puestos de trabajo, responsabilidades y sectores de actividad. Por ejemplo, la capacidad de adaptación, que es una de las habilidades más demandadas, es tan valiosa para un puesto de aprendiz de cara al público como para uno de responsable de área en una oficina.

Tanto es así, que una encuesta realizada por LinkedIn a responsables de Recursos Humanos concluía que el 80% de los entrevistados aseguraba que las habilidades blandas son cada vez más importantes para el éxito de una empresa.

Ante dos currículums similares en lo que a formación y experiencia se refiere, las habilidades blandas pueden ser el factor diferenciador en un proceso de selección. Aquel aspirante que demuestre mayor adaptación al cambio, que tenga mejores dotes comunicativas o que sea capaz de hacer valer sus ideas y opiniones tendrá mucho ganado.

Hay que tener en cuenta que la importancia de las habilidades blandas va más allá de la persona que las posee y de su desarrollo profesional. Redundan en un mejor funcionamiento de todo el equipo.

¿Cuál es la diferencia entre ‘soft skill’ y ‘hard skill’?

Si las ‘soft skills’ son aquellas vinculadas a lo humano, y que pueden adquirirse a través de la experiencia, las ‘hard skills’ (habilidades duras) se consiguen a partir de la formación, ya sea desde el estudio teórico (grado, FP, curso de corta duración) o desde el aprendizaje de competencias técnicas a partir de la práctica profesional. Tener habilidades informáticas o dominar otros idiomas también son habilidades duras. Pero todas ellas son medibles, cuantificables. A diferencia de las ‘soft skills’, que con intangibles y no se rigen por un rango, una nota o una experiencia demostrable concreta.

En un entorno cada vez más digitalizado, las ‘hard skills’ tienden a complementarse o a suplirse a través de programas informáticos o sistemas inteligentes. Sin embargo, las ‘soft skills’ todavía no pueden ser reemplazadas por máquinas, es por ello que son muy importantes, valoradas e interesantes en este mercado laboral tan digital y tecnológico.

¿Cómo desarrollar las competencias blandas?

Es cierto que existen ciertas formaciones para mejorar las habilidades blandas, pero lo más habitual es que se aprendan con la propia experiencia y con la interacción con otras personas y equipos.

Aunque suelen ser innatas a la persona, también se pueden trabajar y desarrollar. En la guía Eres lo que te gusta, elaborada por la Fundación Adecco, se demuestra cómo las habilidades desarrolladas a partir del deporte, las aficiones o la propia experiencia vital tienen su aplicación en el desempeño de un puesto de trabajo.

Además, en la guía 20 competencias contra la exclusión, de la Fundación Adecco, se ofrecen pautas detalladas para trabajar cada una de las habilidades blandas más demandas por las empresas en la actualidad.

5 ejemplos de ‘soft skills’

Flexibilidad y capacidad de adaptación

Suele estar entre los primeros puestos de todos los listados de las habilidades blandas más demandadas por las empresas. Los años posteriores a la pandemia de la Covid-19 nos han demostrado que hay que estar preparados para cualquier cambio. Un buen ejemplo de ello es el teletrabajo, que se impuso en muchas compañías (algunas de ellas lo mantienen). Requiere esa capacidad de adaptación: nuevo espacio de trabajo, conexiones y reuniones online, autogestión del tiempo, etc.

Trabajo en equipo

Decía Steve Jobs que «en el mundo de los negocios las cosas importantes no dependen de una persona, sino de un grupo de personas».

Ningún talento individual, por muy valioso que sea, puede igualar el desempeño de un grupo de compañeros bien alineados con el objetivo de la empresa. Trabajar de manera colaborativa redunda en un mayor éxito individual y colectivo.

Comunicación

La escucha activa es el primer paso para lograr equipos que sepan comunicarse. Esto implica a todos los niveles de una organización, desde el equipo directivo hasta el becario que acaba de incorporarse a la misma.

Proactividad

Proponer ideas, alternativas, buscar soluciones a problemas… ¿Cómo no va a querer un jefe tener un empleado proactivo? Esta capacidad no solo se aplica a las tareas y problemas del día a día, también implica curiosidad e interés por aprender. Seguir dando pasos hacia delante para no quedarse estancando en la zona de confort.

Pensamiento crítico

Relacionado con los dos puntos anteriores, saber detectar los puntos de mejora y exponerlos con rigor siempre será bien valorado en un empleo. Por supuesto, sin caer en la negatividad ni el pesimismo, y siempre añadiendo a ese punto crítico una posible solución o alternativa.

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