La idea de encontrar un empleo cualificado ronda en nuestra cabeza desde que decidimos estudiar en la Universidad. Queremos trabajar “de lo nuestro”, realizando aquello que más nos gusta y con un contrato acorde a nuestra formación.
Para alcanzar esta meta no podemos olvidar una máxima: “El que sube una escalera debe empezar por el primer peldaño”. Situados en este primer escalón, debemos formularnos la pregunta ¿qué buscamos en nuestra primera oferta de empleo?: ¿salario alto?, ¿un horario ideal?, ¿hacer nuevos amigos? Estos aspectos pueden influir en nuestra decisión, pero no han de ser, ni mucho menos, los que más pesen a la hora de definir la búsqueda de un primer empleo.
Nuestro consejo es que pienses en el largo plazo y focalices la atención en elementos intangibles: posibilidad de aprender, hacer nuevos contactos, demostrar capacidades a la empresa y que nos acabe promocionando o, sencillamente, sumar una experiencia muy valiosa al currículum que nos abra las puertas de futuras ofertas de trabajo. Recuerda que después de una primera oportunidad es más fácil que llegue una segunda. ¿Cuántos casos hay de estudiantes que empezaron trabajando gratis y que ahora son personalidades dentro de su sector? Bill Gates, Steve Jobs, Steven Spielberg, Ferrán Adriá… todos empezaron con una beca: tenían claro qué les gustaba, cuál era su objetivo y lo construyeron desde los cimientos.
En esta primera etapa, es importante elaborar un listado de empresas “diana” o referentes en nuestro sector e informarnos acerca de si ofrecen becas o contratos en prácticas (el formato más habitual cuando optamos a un primer empleo). Si logramos que una empresa reconocida nos dé una oportunidad, tendremos la posibilidad de darnos a conocer y acabar formando parte de su plantilla o, en cualquier caso, dejar una huella de prestigio en nuestro currículum.
En otras palabras: nuestra primera experiencia laboral no ha de servir para obtener ingresos, sino para situarnos en la senda que nos lleve al objetivo deseado. Para definir este objetivo, es muy importante que hagamos un ejercicio de autoconocimiento (ver segundo apartado) y nos preguntemos dónde queremos vernos en el futuro: así podremos trazar el camino para llegar a nuestra meta.