Viviremos más ¿y mejor? (II)

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Viene de la primera parte.

Proyección de población mayor de 65 años en España

La más reciente investigación sobre el impacto de la longevidad humana, ha tenido el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates, un estudio con más de cinco años de trabajo, en 50 países y con la participación de más de 486 investigadores. El estudio, Global Burden of Disease desvela en sus diferentes observaciones que, con cada año de vida ganado se convive con diez semanas más de incapacidad o problemas de salud.

De hecho, prevemos que la esperanza de vida seguirá extendiéndose, ya que sólo en los últimos veinte años hemos pasado de una media sobre los 59 años a los 70 años como edad media de fallecimiento. Es evidente además, que ciertas poblaciones más aventajadas en condiciones de vida ya superan de largo este índice y están muy por encima de los 80 y 90 años.

Un dato interesante a nivel global es que las mujeres siguen aumentando su longevidad por encima de los hombres, de media cinco años más que ellos. Pero esto también contrae unas consecuencias y es que cada vez habrá más mujeres mayores (un 55% podrán ser mujeres para 2020), y pueden llegar a ser ancianas solas que necesiten de cuidados y atención médica continuada a la que no puedan acceder.

Las enfermedades ocuparán un espacio significativo en nuestras vidas sino tenemos en cuenta las condiciones de vida necesarias, la adquisición de una discapacidad es sin lugar a dudas una de las más preocupantes pues modifica aún las posibilidades de desarrollo en sociedad. Para ello en el horizonte próximo se están desarrollando soluciones informáticas y de comunicación que faciliten el desempeño de estas personas, en el ámbito laboral, social pero también en el acceso a la e-salud, a través de atención a distancia o con ayudantes remotos que proporcionen la atención y cuidado de pacientes.

La longevidad, paradójicamente, ha traído consigo enfermedades asociadas por la prolongación de la vida, mayores tasas de enfermedades coronarias, diabetes y cáncer son sólo algunas por las que continua el combate por una mejor vida. Se calcula que para 2015, por primera vez en la historia de la humanidad, habrá más personas mayores de 65 años que menores de 5 anos.

Y viviremos más, pero enfermedades asociadas, la gran mayoría no transmisibles, recaerán sobre nosotros como lozas sino se prevén medias y políticas que acierten en la compresión de una humanidad con diferencias, con capacidades y habilidades múltiples, y que no se pueden desperdiciar por una percepción social errónea como puede ser la discapacidad.

Los avances conseguidos no son demeritorios, pues gracias al desarrollo a escala global hay una menor mortalidad infantil, un mejor control en enfermedades contagiosas, acceso a antibióticos, vitaminas o retrovirales. Pero los factores de riesgo a largo plazo, aumentan en proporción con la edad, recayendo ahora sobre gigantescas registros que eran antes impensables como la obesidad, isquemias, artritis, cánceres o mayores accidentes de tráfico a escala mundial.

Las evidencias del estudio y varios proyectos de investigación en curso, dejan ver la importancia de establecer prioridades para adecuar nuestras vidas a un envejecimiento –proactivo– en el que la discapacidad ni la edad sean una barrera. Pero también los privilegios de salud y calidad de vida aún deben ser extendidos a mucha más población, no puede haber continente en el que exista por encima de todos, una probabilidad casi siete veces mayor de muerte por enfermedades crónicas y de larga duración tratables. África.

 

Fotografía de Falk Lademann bajo licencia CC

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