Entrevista a Enrique Rovira-Beleta, referente mundial en accesibilidad
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Enrique Rovira: “España es uno de los países más accesibles del mundo, pero falta rigor”

Enrique Rovira: “España es uno de los países más accesibles del mundo, pero falta rigor”

Enrique Rovira-Beleta, licenciado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, es hoy uno de los máximos referentes en accesibilidad en España y en el mundo.   Con 24 años, mientras realizaba el Servicio Militar, un virus le afectó la médula espinal y desde entonces es usuario de una silla de ruedas. Tales circunstancias le llevaron a dedicar su vida personal y profesional al ,hoy todavía reto, de lograr entornos accesibles para todas las personas. En 1992 fue responsable de la supresión de barreras de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Hoy, Rovira-Beleta es arquitecto y Director en Rovira- Beleta Accesibilidad y responsable del único Postgrado en Accesibilidad y Diseño para Todos, en su modalidad online, con alumnos por todo el mundo.

Recientemente, en la Fundación Adecco lanzábamos el informe Turismo Inclusivo y Empleo, donde exponíamos que una apuesta por la accesibilidad integral generaría más de 100.000 puestos de trabajo. Hoy, hablamos con Rovira-Beleta para contrastarlo y seguir sensibilizando sobre la necesidad y ventajas de la Accesibilidad Universal. El experto lo tiene claro: se ha avanzado mucho  pero queda lo más importante, ya que no existe suficiente rigor, ni control de calidad, ni un Sello con reconocimiento internacional que homogeneice la normativa.

El turismo internacional en España se ha ralentizado por la fuerza que están ganando otros destinos competidores. ¿Una mayor inversión en accesibilidad podría marcar la diferencia y ayudar a recuperar el volumen de visitantes perdidos?

Rotundamente sí, porque los países que nos están haciendo  competencia no tienen el nivel de exigencia de nuestras normativas de accesibilidad, tanto a nivel estatal como autonómico.  Si dotamos de un mayor rigor a la accesibilidad, estaremos facilitando a las personas con discapacidad, a sus familiares y a todas las personas mayores, con carros de bebé o discapacidades temporales, que puedan venir a nuestro país y que además repitan, porque se sienten cómodos y seguros. Además, podrían venir fuera de temporada, momento en que las zonas turísticas de moda se llenan de gente y se dificulta el tránsito de personas con limitaciones ya sean motóricas, visuales, cognitivas…reduciendo con ello la estacionalidad. Aunque queda mucho por hacer, España es uno de los países más accesibles del mundo y esto puede marcar la diferencia. Por lo tanto, una mayor inversión en accesibilidad SÍ ayudaría a recuperar el volumen de turistas, pero debe ser de la mano de especialistas, arquitectos y técnicos que apliquen la accesibilidad con criterio. Sin grandes obras, sin tener que desmontar todo, se puede cumplir con la normativa y realizar los ajustes necesarios para que, de forma desapercibida, los entornos sean accesibles.

¿Puede la accesibilidad ser desapercibida?

Yo siempre pongo un ejemplo: tú puedes colocar una barra en el baño, un asidero para facilitar el traslado al inodoro a una persona con discapacidad motórica, pero si le cuelgas una toalla, mucha gente se va a creer que es el toallero. Eso es accesibilidad desapercibida y claro que es posible.

Otro ejemplo: la silla de ruedas es la medida de la nueva arquitectura del siglo XXI: 1,20 m de largo x 0,70 m de ancho, una distancia que permite que pasen todas las personas y que no se nota porque es muy estandarizable.

“Habría que homologar un Sello de Calidad en Accesibilidad con reconocimiento internacional”

La accesibilidad reduce la estacionalidad, ¿no es esto es una gran oportunidad para las empresas?

Por supuesto: el turismo accesible es un gran negocio porque impacta en todas las temporadas del año y no sólo en las estivales y en los puentes.

Piensen que cuando las personas con discapacidad o mayores viajan, muchas veces lo hacen con  familia, amigos y, si se encuentran cómodos, fidelizan el destino y repiten fuera de temporada, haciendo además publicidad “boca a boca”, la que mejor funciona, porque lamentablemente no hay mucha oferta realmente accesible y fiable.

Pero para ello hay que conseguir que los establecimientos, los entornos, los destinos sean realmente accesibles, con una certificación de accesibilidad. Habría que homologar un Sello de Calidad de Accesibilidad con reconocimiento internacional y que se revise paulatinamente. De este modo, los establecimientos podrían optar a este plus y estar por encima de la normativa, lo que atraería a más clientes y les ayudaría a posicionarse en el mercado. La inversión en accesibilidad se recupera rápidamente. Y el turismo accesible, el turismo de salud, es un uper negocio donde el que llegue primero llegará dos veces, si lo hace con  rigor y control.

“Barcelona y Berlín son buenos ejemplos de ciudades accesibles”

 ¿Puede España considerarse una nación avanzada en materia de accesibilidad? ¿A qué país deberíamos mirar para tomar ejemplo?

España ha realizado un gran esfuerzo en accesibilidad en los últimos años, sobre todo en las grandes ciudades y también en las no tan grandes, si son turísticas. Se han eliminado muchas barreras arquitectónicas, sensoriales y cognitivas, tanto en la vía pública como en los establecimientos municipales, en transportes públicos y evidentemente en establecimientos turísticos. Por ello, y sin lugar a dudas, España es uno de los países que tiene una normativa más avanzada. Y concretamente me atrevería a señalar Barcelona como una de las ciudades más accesibles del mundo.  También destacaría Berlín. Y lamentablemente no se me ocurren muchos más ejemplos.

Es cierto que la mayoría de los países nórdicos fueron pioneros en normativas de accesibilidad, pero mayoritariamente hacen soluciones especiales, muy bien diseñadas, pero sólo para el colectivo de personas con discapacidad y no para todo el mundo. También en EEUU se está aplicando mucho la normativa, porque es el país de los abogados: es decir, si no se cumple hay sanción, pero en la práctica, cuando viajas allí nadie te ayuda y tienes que avisar con mucho tiempo.

“En España falta control de calidad y rigor que hace que sigan fallando los detalles”

Entonces, insisto, España está en el camino, lo que pasa es que evidentemente falta muchísimo por hacer, muchísimo, principalmente porque no hay ese control de calidad y ese rigor por parte de especialistas, una ausencia que hace que, a día de hoy, sigan fallando los detalles y que los entornos no sean accesibles para personas con discapacidades severas.

En este sentido, este rigor permitiría, además, establecer varios niveles de accesibilidad que diferencien, por ejemplo, entre habitaciones adaptadas, accesibles, practicables, utilizables y visitables

“La accesibilidad no es una utopía, sino un tema de actitud”

Más allá de las grandes plazas (Barcelona, Madrid, Sevilla…) ¿es la accesibilidad una utopía en las pequeñas ciudades y pueblos?

No, no tiene porqué. Simplemente centrándonos en la normativa, toda obra nueva o de rehabilitación tiene que cumplir con las normativas vigentes, entre las cuales está la de accesibilidad. Otra cosa es que, como falta formación y ese control de calidad, lamentablemente no siempre se hace todo lo bien que se debería hacer. Faltan más especialistas, consultorías de accesibilidad acreditadas que supervisen los proyectos y obras.

Existe un Plan de Accesibilidad Municipal absolutamente obligatorio, que hace diagnóstico de las calles, las plazas, los parques, los medios de transporte, los establecimientos, etc. Yo he estado en poblaciones pequeñas que cada año incrementan el presupuesto municipal para ser más accesibles y realmente te sorprendes cuando ves que ese municipio, poco a poco, va  mejorando cada vez más y los vecinos, sobre todo mayores y personas con discapacidad, están encantados con su pueblo.

Además, a nivel turístico es muy interesante porque atraes a más visitantes al facilitar el tránsito, la comodidad. Por ejemplo, medidas tan sencillas como poner los letreros en varios idiomas, en braille, en lectura fácil…hacen que todo el mundo entienda todo perfectamente, aunque no domine la lengua.

Un buen ejemplo es el municipio de Puigcerda en Cataluña. Yo le llamo el municipio de los ascensores porque tiene muchas pendientes, la estación de tren está abajo y la Plaza mayor está arriba. Todo son escaleras. Los alcaldes vieron la necesidad de facilitar el tránsito e hicieron un ascensor inclinado, y ¿quién lo usa? pues todo el mundo, hay colas, corren para cogerlo. Insisto: la accesibilidad cuando está bien hecha, pasa desapercibida y todo el mundo la usa.

La accesibilidad, por tanto, no es una utopía, es un tema de actitud: si uno quiere hacerlo lo hace. En los municipios o los Consejos Comarcales de varios municipios, es cuestión de plantearse asignar cada año una pequeña cantidad o más cantidad del presupuesto a accesibilidad. Todo depende mucho de la actitud y del conocimiento del técnico municipal a la hora de exigir el cumplimiento de la normativa.

Usted fue responsable de accesibilidad y  supresión de barreras arquitectónicas en los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos de 1992. ¿Cómo ha avanzado España en accesibilidad desde entonces?

Hace 26 años la normativa era de supresión de barreras arquitectónicas, pero no contemplaba a personas con discapacidades sensoriales, ni cognitivas, era básicamente sólo para personas con discapacidades físicas y de movilidad reducida. Además, tampoco había sanciones. Como país latino, y con todos mis respetos, cuando no hay sanción la normativa se convierte en recomendación, con lo que  a veces se cumple y a veces no.

Cuando entré en los Juegos de Barcelona en el Comité Organizador, como responsable de la accesibilidad, la División de Paralímpicos estaba en el primer piso y sólo se subía por escaleras, no había ascensor… o sea, increíble.

¿Qué ha pasado en España desde entonces? En 26 años, se dice rápido, ha habido mucha profusión de normativas de obligado cumplimiento de accesibilidad, en todas las Comunidades Autónomas, absolutamente en todas, y además, en las dos ciudades autónomas Ceuta y Melilla. Las asociaciones de personas con discapacidad han trabajado muchísimo para ello y también hay mayor conciencia porque el envejecimiento es cada vez más acuciante: casi todas las familias tienen algún padre o abuelo muy mayor y estamos más sensibilizados.

“Cuando uno es joven y sano cree que todo el mundo también lo es… pues va a ser que no”

A pesar de la creciente conciencia en esta materia, la accesibilidad sigue brillando por su ausencia en las calles, establecimientos, empresas… ¿por qué sigue sin considerarse una prioridad?

Seguramente, porque si uno no vive la discapacidad o situaciones de movilidad o de limitaciones en su propia persona o en familiares directos, entonces no se da cuenta de las ventajas de la accesibilidad. Cuando uno es joven y sano,  corre, salta, ve y camina, se cree que todo el mundo hace lo mismo… pues va a ser que no.

La gente no percibe de estos tema porque no los vive, y porque falta  formación en todas las Universidades. En cualquier carrera universitaria se tendrían que hacer estudios de accesibilidad, o de descubrir las capacidades de las personas. No podemos seguir escuchando en la calle que “este señor es un enfermo o que es un invalido…” oiga, no es así, este señor va en silla de ruedas, este señor ve mal, pero esto no significa que no pueda trabajar, ni que no pueda aportar a la sociedad muchas cosas.

Yo tengo la suerte de ser el responsable del Área de Accesibilidad de la Escuela de Arquitectura de la UIC Barcelona, y es curioso, sorprendente que seamos la única Escuela de Arquitectura de España que tiene una asignatura obligatoria de «Accesibilidad», que si no apruebas, no eres arquitecto. Además, también dirijo con mi socia, Ana Folch, el Postgrado en Accesibilidad y Diseño para Todos, en su modalidad online virtual, el único del mundo, que permite que alumnos de todos los países se conecten a la vez.

“Segways, bicicletas, triciclos… la tendencia es que todo el mundo utiliza las ruedas”

Además, lamentablemente la gente se cree que todo esto de la accesibilidad es sólo para personas con discapacidad, que es muy caro y que lo van a usar 4… pero están totalmente equivocados: ¿quién no va a llegar a mayor? ¿quién no ha tenido un accidente durante su vida y ha utilizado temporalmente una escayola? Y, por otra parte, hoy en día, quien no va en segway va en triciclo, con patinete eléctrico… la tendencia es que todo el mundo utiliza las ruedas.

Esto se junta con que, si la normativa no obliga, suele optarse por no hacer ningún gasto. Evidentemente si usted no va a hacer obras pues no tiene obligación de hacerlas accesible; ahora, si va a hacer obras, sí tiene esta obligación, otra cosa es que el técnico responsable tenga el conocimiento para poderlo aplicar. Por eso, vuelvo a insistir, faltan más consultorías de accesibilidad acreditadas que se tendrían que incorporar más en los colegios profesionales. Es como cuando vas al médico, uno puede ser médico de cabecera y luego está un cirujano, un podólogo o un cardiólogo… pues en arquitectura tres cuartos de lo mismo: uno es especialista en estructuras, otro en instalaciones, otro en diseño y otro en accesibilidad.

La accesibilidad es más que la supresión de barreras arquitectónicas. Existen personas con discapacidades sensoriales, auditivas, intelectuales…¿es posible generar entornos accesibles para todas ellas?

Pues por supuesto que sí, y evidentemente que sí, porque las personas mayores reúnen todas las discapacidades sin que sean personas con discapacidad. Son mayores, y todo el mundo quiere llegar a ser mayor, muy mayor (ya sabes viejo no, y anciano tampoco.) Todo el mundo quiere llegar a mayor, pero cuando llegas, evidentemente vas a caminar con más dificultad, vas a ver peor, vas a oír peor, incluso vas a entender peor.

La accesibilidad tiene mucho también que ver con los extranjeros, las personas que nos visitan, los turistas, no todo el mundo sabe el idioma: si no hacemos una señalización de fácil lectura y le ponemos el complementado con dibujos o con fotos, no todo el mundo entenderá que esto es la paella.

Podemos explicarlo con un ejemplo práctico. No piensen en ciegos, piensen en personas despistadas, es decir, usted que se tropieza o se cae porque no ve y que es por tanto un ciego puntual. No piensen en sordos o personas con discapacidades cognitivas, piensen en extranjeros que no entienden el idioma y que están encantados con una buena señalética, unos dibujos fáciles de entender. Y no piensen en personas en sillas de ruedas, piensen en gente mayor, piensen en sus padres, en sus abuelos que han de poder ir a visitar su municipio, sus instalaciones y sus centros turísticos. Todo el mundo agradece la accesibilidad.

En resumen, la arquitectura del siglo XXI es la arquitectura accesible, desapercibida, estandarizable y con un uso normalizado.

 

 

Irene Gil
irenegilromero@gmail.com

Periodista. Más de una década profundizando en la situación social y laboral de las personas en riesgo de exclusión.

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