Cómo tratar a un compañero con discapacidad

Comparte

¿Me echas un cable?  Ser «la nueva» en una oficina impone. Si le añades el factor discapacidad en el que necesitas ayuda de una tercera persona para mover objetos, beber agua o abrir una puerta, la nube de inseguridades crece exponencialmente a medida que llega tu primer día en una nueva empresa. Tener un compañero con discapacidad puede generar dudas, al principio…

Nos terminaremos conociendo un poco más entre todos, terminaremos saliendo a echar unas cañas al plegar los viernes e incluso nos contaremos algún que otro drama de nuestra vida privada. Seguramente terminemos entablando bonitas amistades, pero hasta llegar a esa confianza, el camino no es simple.

El proceso de adaptación de un compañero con discapacidad es más lioso de lo que parece, pues en mi caso se invade inevitablemente mi espacio personal y área de confort. No es lo mismo que te acerquen un vaso de agua a que te tengan que dar de beber porque no puedes cogerlo.

El proceso de adaptación es por ambas partes, pero hay una barrera básica que superar y es el lenguaje que usamos para referirnos tanto a la persona como a su discapacidad. A nadie le gusta tener que pedir ayuda cada dos por tres pero cuan más cercano sea el lenguaje más fácil y menos incómodo se hará el pedirla. Yo por ejemplo prefiero decir «te echo un cable» al ofrecer ayuda, y prefiero que me lo pregunten del mismo modo, queda también menos agresivo-invasivo.

No mola que por el hecho de ser un compañero con discapacidad se predisponga a que requiero ayuda constantemente, o que no puedo valerme por mí misma en nada. Por lo que no preguntes cada dos por tres si necesito algo, pues cuando lo necesite lo pediré.

Seguramente alguna vez te pida que, por favor, me pongas bien los pies porque por ejemplo, se me han caído del reposapiés y yo no llego. No te preocupes, no tengas miedo de hacerme daño. Te indicaré cómo hacerlo, solo pon atención para hacerlo correctamente.

Para acercarme o acomodarme algo, lo único que tienes que hacer es actuar con normalidad, como si te lo pidiera cualquiera. No es de buen agrado que te traten con extra de delicadeza o de compasión. Recuerda: NORMALIZACIÓN.

 

Elena Buitrago Polanco, 29 años.
Forma parte del equipo de comunicación de Fundación Adecco, a Elena la reconocerías fácilmente por ir derrapando con su silla eléctrica mientras escucha música electrónica con una sonrisa de oreja a oreja. Un accidente deportivo la dejó sentada en una silla algo diferente a la de la mayoría pero eso no la impide hacer lo que más le gusta, seguir acumulando experiencias y que «le quiten lo bailao”

 

Comparte

Puede interesarte