Las personas, desde el mismo momento en el que nacemos, venimos con un Talento bajo el brazo. Este talento es el que, en potencia, nos permite brillar, dar lo mejor de nosotros mismos y ser de utilidad para otras personas. Ese talento es necesario desarrollarlo con mucho trabajo, entrenamiento, perseverancia y compromiso y, por supuesto, rodearnos de un entorno positivo que nos anime y aliente a dar cada día un poquito más.
Hasta ahora no he dicho nada especial, de hecho he hecho hincapié en que todas las personas somos responsables de tomar la decisión de desarrollar nuestro talento. Lo repito por si no ha quedado claro: TODAS, sin excepción.
Aquí es donde yo quería llegar, ya que en muchas ocasiones tener una discapacidad puede generar ciertas dificultades, pero nunca, jamás, puede ser una excusa para no desarrollarse como profesional y como persona. Es por esto que cada persona debe ser consciente de sus habilidades, de sus fortalezas, de sus debilidades y de su actitud para afrontar la vida. «Tengo discapacidad», sí, pero mucho talento.
«La verdadera revolución es la de saber ver el talento de las personas»
Las empresas, por su parte, tienen la misión de garantizar la eficiencia de su organización con los mejores perfiles, o dicho de otro modo, “la persona correcta en la silla correcta”. Y, por mucho que nos empeñemos, la discapacidad no aparece por ningún lado de esta ecuación.
Las empresas deben ser el motor de este cambio social, cultural y económico, una nueva mentalidad hacia la igualdad real en la sociedad, dando oportunidades a cualquier persona talentosa, con pasión y con entusiasmo de poner sus valores y su trabajo en marcha para el bien común. Esa es la verdadera Revolución.
En lugar de ver discapacidad, veamos capacidad, veamos Talento, porque todas las personas lo traemos de serie y es una tragedia no desarrollarlo por miedos, obstáculos, o peor aún, prejuicios. Toda persona tiene el derecho y deber de poner su Talento al servicio de los demás, y en esto no hay condición que valga.
Nadie ha elegido tener discapacidad, sencillamente se tiene. Nadie es mejor ni peor que nadie y, algún dí,a se eliminará la palabra “suerte” y se sustituirá por “responsabilidad”.