Familias en riesgo de exclusión en la era COVID-19

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El confinamiento derivado del coronavirus ha tenido un fuerte impacto, no solo sanitario, sino también económico y social, acelerando situaciones de pobreza y exclusión de personas que ya atravesaban grandes dificultades antes de la pandemia. La magnitud de la oleada de pobreza y exclusión que se viene es aún desconocida. Antes de la emergencia sanitaria se contabilizaban 8,5 millones de personas en situación de exclusión social, una cifra que se estima que alcance los 14,5 millones en la era COVID-19 o, lo que es lo mismo, alcanzar al 31% de la población, frente al 18,4% actual. Así, se desencadenaría una crisis sociolaboral sin precedentes.

Personas con discapacidad, familias monoparentales, personas en desempleo de larga duración constituyen algunos de los segmentos de la población más expuestos a la exclusión, ante sus grandes dificultades de acceso al mercado laboral. Hablamos con 6 mujeres sobre el impacto social que la COVID-19 ha tenido en su vida y la importancia del empleo para salir adelante.

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“Esta situación nos ha demostrado que la unión hace la fuerza y que el respeto es fundamental si queremos seguir todos adelante»

Jessica Lozano, joven de 25 años con discapacidad intelectual

Jessica empezó a trabajar como recepcionista en un despacho de abogados dos meses antes de que se decretase el estado de alarma, una experiencia laboral que llevaba esperando mucho tiempo. Se había acostumbrado a ir a trabajar todos los días y estaba feliz con sus nuevas responsabilidades y compañeros de trabajo, cuando todo se truncó y se vio obligada a quedarse en casa sin poder trabajar más. “En mi caso, el teletrabajo no ha sido una opción. Mi trabajo tiene que ser presencial”. Afortunadamente se encuentra en permiso retribuido, una situación que le permite estar más tranquila económicamente. Sin embargo, “para mí, esta crisis ha supuesto un parón a nivel de desarrollo profesional” destaca.

El confinamiento ha sido la ocasión perfecta para seguir aprendiendo gracias a los cursos online. “He estado haciendo un curso online de comunicación comercial. Hay mucha oferta y muchos cursos interesantes. Quizá me haga otros.  Es importante estar en continuo movimiento para poder encontrar trabajo” afirma, convencida de que la formación es fundamental para conseguir un empleo.

Jessica se considera positiva y aunque, como todos, tiene días malos, prefiere mirar el lado bueno de esta situación. “Esta crisis nos ha demostrado que la unión hace la fuerza y que el respeto es fundamental si queremos seguir todos adelante. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros”.

Aun así, es consciente de las dificultades y el fuerte impacto que ha tenido el confinamiento en muchas familias que han perdido el empleo o en aquellas personas con discapacidad que han perdido su rutina, como ha sido su caso. Para ella, la parte social ha sido la más difícil de sobrellevar. “No es lo mismo hacer una videollamada que estar con la gente en persona”. Jessica ha mantenido la relación con sus compañeros de trabajo. Además, es locutora del programa de radio Gigantes de la Fundación Adecco y, como de costumbre, cada martes y jueves se reúnen para sacar adelante nuevos programas, aunque ahora tenga que ser todo vía telemática.

A los gobernantes les pediría que pusieran recursos a la disposición de las personas en desempleo. Jessica también señala la importancia de que las empresas, los políticos y la sociedad, en general, sean más empáticos. En sus palabras, “con la empatía se pueden conseguir muchas cosas”.

Durante la emergencia sanitaria, la Fundación Adecco puso en marcha un programa de voluntariado llamado “Estamos en contacto” donde voluntarios de empresas adheridas al programa se ponen en contacto con personas en situación de vulnerabilidad. Jessica forma parte del programa y un voluntario habla con ella todos los días para ver cómo está y cómo se siente. “La Fundación Adecco no solo me está ayudando en la parte del empleo, sino que están pendientes de cómo estamos todos los días. Mi familia y yo estamos muy agradecidos por el apoyo que no está brindando la Fundación Adecco”.

“A nivel social, la crisis de la COVID-19 supone un retroceso bastante grande, donde las desigualdades son cada vez mayores”

Beatriz Soriano, familia monoparental con una hija de 17 años y discapacidad física adquirida

Beatriz (41 años) se encontraba trabajando como administrativa en una empresa antes de que se desatara la emergencia sanitaria y fue durante la misma cuando su contrato terminó. No pudieron renovarle pese a que “tenía muchas esperanzas en poder seguir trabajando allí pues veía que podría darse la posibilidad y desarrollar una carrera en esa empresa”; pero nadie contaba con la COVID-19. Desde entonces se encuentra en búsqueda activa de empleo, aunque, desde su experiencia, “es casi imposible, no hay ofertas de empleo”.

Beatriz tuvo un accidente de tráfico hace años que le dejó lesiones en el lado izquierdo del cuerpo, una discapacidad física adquirida que le limita a la hora de trabajar. “Me he planteado muchas veces buscar trabajo en otro sector, pero con las limitaciones físicas que tengo es una búsqueda muy reducida. No puedo trabajar de pie, no puedo trabajar limpiando… Ahora es aún más complicado encontrar una oferta que me encaje”.

En la situación actual, Beatriz intenta mantenerse optimista sobre todo ahora que poco a poco vamos retomando el ritmo, “esa actitud es la que nos mantiene en pie”, señala. Sin embargo, considera que esta crisis no ha sacudido la escala de valores de nuestra sociedad ni nos ha convertido en mejores personas, sino más bien lo contrario: “lo único que está haciendo es llevarnos a 50-70 años atrás, un retroceso bastante grande, donde las desigualdades son cada vez mayores”.

Durante el confinamiento, muchas personas han optado por formarse a través de cursos gratuitos para así mejorar su empleabilidad. En el caso de Beatriz no ha podido ser así. “Me hubiera encantado dedicar este tiempo a la formación, pero en mi casa no tenemos ordenador ni internet”. La brecha digital es otra de las problemáticas que ha sacado a relucir esta crisis, muy visible sobre todo en el caso de los niños. Beatriz nos afirma que “por suerte, el instituto de mi hija le ha mandado un ordenador para que pueda hacer los deberes”.

Su situación económica es bastante compleja ya que su único ingreso es una pensión que debe cubrir para los gastos de dos personas. Beatriz cobra la pensión de incapacidad permanente total a consecuencia de las lesiones del accidente de tráfico. El SEPE le ha denegado el paro pese a cumplir con los requisitos para solicitar el subsidio excepcional por fin de contrato temporal. “Cobrar esto es lo que me ayudaría ahora mismo”. Desde Fundación Adecco, su consultora de referencia, Jessica, le está ayudando a tramitar la solicitud de la prestación, así como a buscar nuevas oportunidades laborales. “Por muy optimista que seas, siempre puedes decaer. Desde Fundación Adecco nos están ayudando con las ofertas, pero también a subirnos el ánimo. Se implican mucho”.

“Llevo sin ingresos desde abril”

Gimena Correa, familia monoparental con dos hijos de 10 y 4 años

Gimena trabajaba como auxiliar de ayuda a domicilio antes de la pandemia, uno de los sectores que más se ha visto afectado dado que las personas mayores –principales usuarios de estos servicios– son uno de los segmentos más vulnerables a la COVID-19. Así, desde las primeras semanas de esta crisis, fueron muchas las personas mayores que se dieron de baja de los servicios por el miedo y el riesgo de contagio que existía. Gimena trabajó por última vez el día 13 de marzo cuando la empresa cesó sus servicios. Sin embargo, hasta el día 17 de abril no le dieron más noticias. “Me llamaron para decirme que no me renovaban el contrato, que justamente vencía esa semana, por falta de usuarios suficientes”.

Al no llevar más de un año trabajando, Gimena no pudo solicitar el paro y tuvo que atenerse al subsidio excepcional, un pago que todavía no ha recibido. De este modo, Gimena no ha tenido ningún ingreso desde principios de abril que fue cuando cobró la nómina. “Me pagaron hasta el día 13 de marzo que fue cuando me mandaron a casa. Desde entonces no he tenido ningún ingreso”. Afortunadamente, Gimena ha podido apoyarse en su madre que le ha ayudado dentro de sus posibilidades con la comida y otros gastos básicos, pero “ella también tiene su casa y su familia y tampoco cobra mucho dinero”.

Gimena es una persona optimista, aunque los vientos soplen en contra, y confía en que “siempre tiene que haber una luz”. Esta semana el SEPE le comunicó que a partir de junio empezará a cobrar el subsidio por desempleo y carga familiar, una noticia que le ha aliviado y devuelto la confianza y la fuerza.

Sin embargo, el confinamiento no ha sido fácil para ella. Madre de dos niños de 10 y 4 años y con una gran incertidumbre económica, estos meses han sido muy preocupantes. “He vivido situaciones de estrés hasta el punto de tener crisis de ansiedad”.

En cuanto a la búsqueda de empleo, se encuentra ahora mismo inmersa en una búsqueda activa donde la Fundación Adecco le está dando apoyo y asesoramiento a través de su consultora de referencia, Delia. Gimena está abierta a cambiar de sector si fuera necesario. “No me cierro a ninguna de las oportunidades o posibilidades que pueda haber”, asegura con voz optimista. Confía en que esta crisis que nos ha pillado a todos por sorpresa, debe traer cambios a nuestra sociedad. “No sé qué va a cambiar, pero seguro que no nos dejará indiferentes.

“Estoy dispuesta a trabajar en lo que salga: no puedo estar sin trabajo teniendo niños”

Joan Touloupe, madre desempleada con 3 hijos menores de edad

Joan es madre de tres hijos de 10, 12 y 17 años y ese es el principal motivo por el que necesita un empleo. Cuando llegó de Nigeria aprendió castellano y consiguió varios empleos temporales a través de Adecco. Pero cuando se aprobó el estado de alarma, la empresa en la que trabajaba le dijo que debían reducir gastos y no la podían mantener. “Ahora no tenemos nada; estoy intentando conseguir un subsidio, pero todavía no me han contestado. Nos ayudan las entidades solidarias como Karibu o YMCA, que apoyan a mis hijos con las clases escolares. Si no es por ellos, no sé cómo lo haría”.

Aunque su situación es muy complicada, ella siempre es optimista “seguro que algo sale, aunque no sea algo fijo”. Esta confianza se debe también a su experiencia en diferentes áreas y a su disponibilidad para trabajar en lo que se pueda: limpieza, como mozo de almacén, preparación de pedidos, etc. “Estoy dispuesta a trabajar en lo que salga: no puedo estar sin trabajo teniendo niños”. Sobre este mismo punto, advierte de la necesidad de que las empresas se replanteen dar contratos con mayor estabilidad para las madres con hijos pequeños a su cargo

La Fundación Adecco le está ayudando a buscar trabajo a través de María, la consultora que se le ha asignado. Sin embargo, desde las administraciones estas ayudas tardan en llegar “He intentado hacer muchas consultas, pero nadie me contesta. Las citas del SEPE no funcionan y no contestan ni al correo ni al teléfono. También he intentado apuntarme como demandante de empleo porque lo piden muchas empresas que buscan trabajadores, pero no lo consigo”. Joan opina que esto es lo más prioritario en las administraciones y donde los gobernantes deberían centrar sus esfuerzos: ”que se agilicen las gestiones tanto para buscar empleo como para que los subsidios y ayudas lleguen a tiempo”.

“Las ayudas tienen que llegar a tiempo y se debería perseguir y penalizar las irregularidades de las empresas»

Ana Muñoz, desempleada y familia monoparental

Ana lleva muchos años luchando para sacar adelante a su hijo de 10 años, lidiar con el pago de una hipoteca y hacer frente a todos los gastos de se le van surgiendo. Uno de ellos es el mantenimiento de un coche, que hasta que empezara la crisis del coronavirus, p loutilizaba para ir a trabajar a la fábrica se de piezas de automóvil. “Yo tenía un trabajo con un buen salario y ahora, imagínate, sin trabajo ya no puedo hacer nada. Me han tenido que dar unas ayudas para comida y todo. También estoy teniendo que hacer frente a pagos e impuestos y me he quedado sin nada”, confiesa con resignación.

Eligió el sector del metal porque, aunque es muy duro físicamente, está mejor remunerado que otros. Pero con la crisis del coronavirus, mandaron a todos a casa y con malas perspectivas para el futuro. Además, sus contratos eran mensuales, por lo que la ayuda que le correspondería por el ERTE, que aún no le ha llegado, es sólo para un mes. Así, ha tenido que pedir el paro, algo que le ha truncado sus planes de futuro: “yo no quería tocarlo (el paro) porque tenía planes de poder guardarme estos meses acumulados para poder estudiar y formarme en el futuro”.

Aunque la desescalada ya ha comenzado y, progresivamente, vamos entrando en nuevas fases, su situación sigue parada: “tengo muchos compañeros que han vuelto a trabajar, pero dicen que la cosa está muy floja y que, para los que no somos fijos, va a ser difícil volver.” Sin embargo, Ana tiene mucha confianza en sí misma y está acostumbrada a vivir al día: “me he pasado la vida con contratos temporales en fábricas, yéndome a la calle cuando se acababa el trabajo. Ahora tengo que buscarme la vida porque no tengo nada. Hago algunos “apaños” vendiendo ropa que ya no uso y de ahí saco algo”.

La Fundación Adecco le ayuda a buscar un trabajo que se adapte a sus necesidad y está pendiente de ellas a través de Cristina, su consultora de integración.

Mientras tenga salud, mirará con optimismo hacia el futuro, aunque cree que esta crisis no nos va a cambiar como sociedad y la gente seguirá mirando por sus intereses. En este sentido, Ana se lamenta de que muchas de las normas establecidas por el Gobierno para proteger a los trabajadores no se están cumpliendo por parte de las empresas: “las ayudas tienen que llegar a tiempo y se debería perseguir y penalizar las irregularidades que se están produciendo.” Quien sí le ayuda es la Fundación Adecco, que la acompaña en la búsqueda de empleo y le manda ofertas que se ajustan a sus necesidades.

«Cuando ya estábamos al límite, prácticamente sin alimentos, me llamaron para trabajar»

Lucero, la cara positiva de la pandemia

Lucero es la cara positiva de la pandemia. Antes del 14 de marzo, en su casa sólo trabajaba su hija, que estaba embarazada de 6 meses, y con su sueldo mantenía a sus padres. Sin embargo, cuando se decretó el estado de alarma, le hicieron un ERTE y se quedaron sin ingresos (el pago del ERTE aún no ha llegado). La emergencia por su situación saltó gracias al proyecto de voluntariado Estamos en Contacto, de la Fundación Adecco. Ángeles, la voluntaria que se encargaba de hablar diariamente con ella y acompañarla telefónicamente durante el confinamiento, dio la voz de alarma a los responsables del Voluntariado y se comenzó a trabajar en red con Servicios Sociales y entidades asistenciales para que Lucero tuviera una oportunidad laboral lo más rápido posible. De esta manera, se detectó una oferta vacante en Eurocen, empresa de Outsourcing del grupo Adecco, que presta sus servicios en la planta de Valdemoro de El Corte Inglés, y la contrataron.

Sobre Ángeles, su voluntaria, relata con emoción que “ha sido un ángel para mí, porque me llamó cuando estábamos prácticamente sin alimentos. Gracias a su gestión entré a trabajar en la nave de Valdemoro del El Corte Inglés. Esto fue en pleno confinamiento, cuando ya estábamos al límite, sin ningún sueldo y sin que llegaran los paros del ERTE de mi hija”.

Sus contratos duran de 15 días, pero ya lleva más de un mes trabajando en un departamento donde se gestionan los pedidos online “en mi nave hacemos el almacenamiento y surtido de productos que llegan de ropa y menaje. Cuando hay un pedido, se sacan del casillero y se manda a otra planta, que es la que hace el envío”, explica.

Lucero considera que esta situación nos va a sacudir de alguna forma, tanto personal como de forma grupal: “es algo terrible y quizás hemos tenido muchas cosas y no hemos valorado como debería ser. Es una sacudida para que uno tome conciencia y valore la vida y lo principal, que es la salud. Porque si no tienes salud, no tienes nada. Si estás enfermo, de qué sirve que tengas dinero”. Respecto al futuro, reconoce que es incierto porque en estas circunstancias “no sabes lo que va a pasar mañana. Sólo estoy confiando en Dios, que nos va a proveer, sobre todo ahora que viene un niño”.

A las autoridades les pide que piensen en todas las personas que realmente lo necesitan: “cuando te falta lo que no debería faltar, te sientes impotente. Y en cualquier momento te puede tocar de cerca esa situación. Pero eso les pediría que no se olviden de estas personas. Lo principal es la salud y el trabajo: con eso uno puede salir dignamente adelante”.

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