La contratación de profesionales con discapacidad ha experimentado un crecimiento del 5% en septiembre de 2017, con respecto al año pasado, en sintonía con una recuperación económica que ya es estructural y, hasta el momento, también inclusiva –recordemos que la contratación a nivel general se ha incrementado de forma casi idéntica, en un 4,5%-.
Sin embargo, su penetración en el mercado continúa siendo exigua, con una tasa de actividad del 36%, muy por debajo de su potencial real. La desigualdad, por tanto, sigue siendo patente y urge impulsar mecanismos que aceleren la participación de las personas con discapacidad en el empleo. No sólo por una legítima cuestión de justicia social, sino porque España, en máximos históricos de envejecimiento, necesita de su talento para salir adelante: sólo con la participación de los segmentos de la población hasta el momento más inactivos, será sostenible nuestro Estado del Bienestar.
Para ello, hemos de empezar por las políticas activas de empleo, que deben evolucionar hacia la equidad. Ya ha caducado el “café para todos”: las personas con discapacidad con más dificultades necesitan herramientas que les permitan aportar su talento a la economía productiva.
El reto debe abordarse de forma transversal, desde las primeras etapas de vida y no cuando la persona cumple la edad mínima para trabajar: si no se actúa en las edades prelaborales, la empleabilidad queda mermada hasta el punto de que la persona con discapacidad puede quedar excluida para siempre del mercado. El ciclo de la inclusión comienza desde el nacimiento.
Pero más allá de estas políticas, la contratación de personas con discapacidad se incentiva dando ejemplo. Apostando por el talento y erradicando obsoletos estereotipos. Atreviéndose a contratar. Necesitamos ver a más personas con discapacidad en la empresa ordinaria. Más visibilidad. Más compartir buenas prácticas. Más efecto contagio. Más normalización. Más compromiso de las instituciones públicas y del tejido empresarial .Más, más y más. Pues sólo acumulando ejemplos y experiencias positivas, el concepto discapacidad adquirirá la visión renovada que le corresponde y podremos hablar, por fin, de una sociedad inclusiva.