¿A qué llamamos burbuja de percepción limitada?
Podríamos definir la burbuja de percepción limitada como “zona de confort que hemos construido a partir de nuestra educación, experiencias y bagaje cultural”.
Desde que somos niños, aprendemos a ver el mundo de cierta manera según lo que nos enseñan en casa, en el colegio y en nuestro entorno más inmediato. Lo que vivimos, las personas con las que nos relacionamos y los mensajes que recibimos influyen en cómo pensamos y en los prejuicios que podemos tener.
En la mayoría de los casos, nuestras experiencias son limitadas y tendemos a rodearnos de personas parecidas a nosotros. Esto hace que nos cueste entender otras realidades, generando una “burbuja de percepción limitada”, que nos impide abrirnos a experiencias y a realidades distintas. Esta burbuja te aísla cada vez más cuando se alimenta de estereotipos, desconocimiento y falta de contacto con lo diferente, perpetuando una visión sesgada del mundo.
Lydia Sempere, piloto de automovilismo con sordera bilateral, embajadora de la Fundación Adecco y protagonista del mes de enero del calendario de la entidad, te invita a salir de tu burbuja en este vídeo:
La burbuja de percepción limitada perjudica la inclusión de las personas con discapacidad (y la competitividad empresarial)
La inclusión de las personas con discapacidad en entornos laborales ordinarios puede verse frenada por una mala acogida del resto de trabajadores sin discapacidad, que están más o menos inmersos en esa burbuja de percepción limitada, un hecho que se hace especialmente patente cuando son los líderes quienes están reticentes a la hora de formar equipos diversos. Cerrarnos a nuevas vivencias no solo nos perjudica personalmente, sino también en el ámbito laboral, lastrando la competitividad de los equipos y, por ende, de la empresa.
Aunque las compañías son cada vez más conscientes del talento que aportan las personas con discapacidad, viendo reforzados valores como el sacrificio, la superación o el esfuerzo, tan necesarios en una sociedad diversa y competitiva, siguen persistiendo estereotipos y miedos que frenan su contratación. Esta realidad limita la diversidad de talento, frena la innovación y reduce el acceso a distintos enfoques y perspectivas, afectando negativamente a la competitividad. Por este motivo, se antoja importante que las estrategias de diversidad, equidad e inclusión (DE&I) contemplen procesos para integrar a todo tipo de perfiles profesionales, sin importar sexo, edad, origen o si tienen o no discapacidad.
Cómo romper la burbuja de percepción limitada y abrirse a la discapacidad
Identifica tus prejuicios y reflexiona sobre ellos
Nuestro comportamiento afecta a las personas con las que nos relacionamos. Para abrirse a la discapacidad un primer paso puede ser hacer una “autoevaluación” para conocer los sesgos y prejuicios más recurrentes. Seguro que te sorprendes, pero no solo vale con identificarlos, reflexiona sobre ellos: el origen, ejemplos y cómo ponerles freno, rompiendo el hábito de prejuzgar.
Tenemos la responsabilidad de que las personas con discapacidad se sientan valiosas y de que su talento sea valorado. La indiferencia es el peor de los enemigos para favorecer la inclusión. No sólo es necesario querer saber, también necesitamos disponer de recursos y herramientas que nos ayuden a conocer y a comprender mejor lo ajeno a nuestra realidad.
Escucha experiencias de éxito de otras organizaciones
Como todo proceso iniciático o desconocido siempre es recomendable dejarse asesorar por quienes tienen más experiencia. Escuchar y nutrirse de otras empresas con mayor trayectoria en este campo puede ser un buen punto de partida. La diversidad de competencias, experiencias y visiones constituye una oportunidad para las empresas, que deben centrarse en atraer a los mejores profesionales sin importar aspectos extrínsecos al talento (edad, género, discapacidad, origen, etc.).
Consulta casos de inclusión reales en compañías similares (mismo sector, tamaño, localización) para preparar de la mejor manera la incorporación de las personas con discapacidad, pues de este modo su inclusión podrá ser real, efectiva y perdurar en el tiempo, dando como resultado una cultura corporativa abierta, sin prejuicios, en sintonía con la sociedad y, por tanto, más competitiva.
Infórmate (sin asumir) y no tengas miedo a preguntar
Nadie nace sabiendo e informarse ante lo desconocido también es de gran ayuda. Si tu empresa cuenta con un protocolo de diversidad e inclusión, seguramente hayas recibido formación al respecto. Si no es así, no tengas reparo en informarte y preguntar. Incluso a la persona con discapacidad con la que trabajas. Si lo haces desde el interés y el respeto, preguntar es la mejor manera de acompañarlo en su proceso de adaptación, y seguro que lo recibirá de buen grado. Ante la duda, ponte en el lugar de la otra persona: ¿me gustaría que me hicieran a mí esa pregunta?
Acércate a la discapacidad: practica voluntariado
Por mucha teoría sobre la inclusión y mucha información que hayas recabado, la sensibilización real sobre la discapacidad llega con la práctica. Si quieres dar un paso más, el voluntariado puede ser la mejor opción. Infórmate de las opciones a tu alcance, ya que el voluntariado corporativo puede brindarte muchas alternativas. De esta manera, tendrás la oportunidad de desarrollar empatía, entender la realidad de las personas con discapacidad y derribar mitos y creencias estereotipadas.
Practica valores inclusivos: empatía, colaboración, compañerismo
El factor más determinante de todos para lograr la inclusión son las personas. Quienes toman decisiones, quienes lideran equipos o, en general, aquellas que forman parte de ellos. Para la plena inclusión de las personas con discapacidad, es importante que las personas desarrollen la habilidad de incluir y, en concreto, valores como la empatía, la colaboración o el compañerismo.
Mediante la empatía somos capaces de ponernos en el lugar de las demás personas experimentando de forma objetiva y racional, al tiempo que comprendemos sus emociones y sentimientos. La empatía nos tiene que conducir a actuar, no solo desde el entendimiento, sino también ayudando de manera activa cuando es necesario.
Por su parte, la colaboración implica ayudar y aportar valor de manera espontánea a aquellas personas que forman parte de nuestro equipo u otros . Mediante este valor fomentamos la armonía, el buen ambiente de trabajo y la unidad del equipo. Muchas empresas utilizan metodologías de trabajo colaborativas, que se han convertido en valores estratégicos. Sin embargo, colaborar y trabajar con personas que son y piensan de manera diferente es un reto importante al que deben enfrentarse las empresas.
Y por último, el compañerismo nos permite ponernos en lugar del otro, estar pendiente de sus necesidades y estar «alerta» por si necesitan nuestra ayuda.