Si en los tiempos que corren formar una familia numerosa es un todo un reto, tener 18 hijos (sí, 18) es una proeza al alcance de muy pocos. Es el caso de Rosa Pich. Madre del clan Postigo-Pich formó, junto a su marido Chema, una de las familias más numerosas de España y de Europa, y es conocida por su libro ¿Cómo ser feliz con 1,2, 3… hijos? Además, se ha convertido en una influencer de éxito (su cuenta de Instagram @comoserfelizconunodostreshijos ha cogido velocidad de crucero y ya supera los 63.000 seguidores). Conoce de cerca la discapacidad -8 de sus hijos nacieron con cardiopatías congénitas- pero proyecta capacidad y energía en cada palabra. Quién mejor que ella para hablar de diversidad, para valorar la riqueza que aporta la diferencia y para ofrecernos una visión del mundo más pragmática y optimista.
Una charla con Rosa es un soplo de aire fresco. Y toda una lección de perspectiva.
Has tenido nada más y nada menos 18 hijos, de los que hoy viven 15, ¿cuántas veces al día escuchas la palabra “mamá”? ¿Algún secreto para no volverte loca?
Me hace mucha gracia cuando las mamás jóvenes, con sus bebés, te dicen “ay, qué ilusión que tu hijo te llame mamá”. Lo que no saben es que llega un momento en el que piensas “¡socorro, que dejen de llamarme!” Hay situaciones en las que quieres encerrarte en el cuarto de baño porque ya no puedes más. Y aun así te aporrean la puerta, no puedes ni estar dos minutos tranquila. Pero hay que pensar que es un tiempo que pasa antes de que te quieras dar cuenta, los niños crecen muy rápido y llegará un momento, en la adolescencia, en que probablemente no te quieran ni ver. Hay que intentar disfrutar del momento y ser feliz. Bendito sea que te llamen muchas veces “mamá”.
¿Y en esos momentos de volverte loca, cuál es el secreto o truco?
Hay que pensar que hay momentos de mucha intensidad, por ejemplo, yo trabajo a media jornada y de 17 a 20 de la tarde son las horas más intensas: deberes, meriendas, baños, cenas, extraescolares… pero luego la intensidad familiar baja. Siempre. Hay que pensar el largo plazo. Puede que haya momentos en los que te sientas desbordada con pañales, hospitales, vacunas, peleas… pero en dos días esos niños demandantes crecen, y tienes unos hijos para siempre, para siempre, para siempre…
“Nos perdemos mucho cuando anticipamos el futuro”
Al nacer los primeros hijos con cardiopatías, médicos y amigos os dijeron que no tuvierais más, dando por hecho que todos iban a nacer con esta patología. Pero formasteis la familia más numerosa de España. Haciendo un paralelismo con nuestros beneficiarios (personas con discapacidad), existen aún muchas reticencias por parte de las empresas a la hora de contratarlos porque, de alguna manera, se da hecho que no van a rendir igual. ¿Qué riesgos crees que tiene el “dar por sentado”?
Nos perdemos mucho cuando anticipamos el futuro en base a prejuicios. Uno más uno no siempre es dos. Cuando nos recomendaron no tener más hijos, nos localizó una médico de Georgia e hizo un estudio genético completo de nuestra familia. Algo que no se puede hacer bien normalmente, porque la gente no tiene casi hijos. Y a nosotros nos estudió a todos, incluyendo primos y sobrinos. Por lo tanto, hemos ayudado a la ciencia, algo que no hubiéramos podido hacer si hacemos caso de las recomendaciones y dejamos de tener hijos. Y lo cierto es que la ciencia avanza: lo que hace 30 años no se podía curar, ahora se está curando. Hoy se detectan problemas de corazón incluso en el feto y con una pequeña operación se pueden solucionar y tener una calidad de vida muy buena. No tienen nada que ver los avances cuando nació mi hija Carmineta, que ahora tendría 30 años, que cuando nació Lolita, la última, que vino con una cardiopatía severa y está pendiente de una operación a corazón abierto.
En resumen, la decisión de tener más hijos ha sido una oportunidad para cooperar con la ciencia y también para mis hijos, que pueden vivir felices junto a sus hermanos.
“Compartir tu vida con una persona con discapacidad te ayuda a desarrollar un potencial que de otra manera no afloraría”
El hecho de convivir con la enfermedad o discapacidad en casa. ¿Aporta algún tipo de valor o enseñanza de vida?
Te humaniza y sensibiliza. Cuando las grandes empresas empiezan a ir mal, se dan cuenta de que el origen de los errores está en pequeños detalles. Pues bien, convivir con la enfermedad te enseña a prestar atención a esos pequeños detalles. Creo que vivir y compartir tu vida con personas con discapacidad te ayuda a desarrollar un potencial que tienes dentro que, de otra manera, no afloraría.
“Si sobreprotegemos a nuestros hijos, no les dejamos ser felices”
¿Qué te parece la sobreprotección? Desde la Fundación Adecco trabajamos con muchas familias con hijos con discapacidad y a veces tienden, con la mejor de las intenciones, a sobreproteger. ¿En una familia numerosa se diluye la sobreprotección?
De mis 18 hijos, 8 han nacido con una cardiopatía congénita. Algunos son casos severos, como Montse, que nació sin aorta y murió a los 10 días; Javier, que falleció al año y medio y Carmineta, que nos dejó a los 22 años. Los demás ya están prácticamente dados de alta, aunque hay alguno que está pendiente de operaciones. A donde quiero llegar es que es muy importante normalizar la enfermedad y no sobreproteger a nuestros hijos, porque no les dejaremos crecer ni ser felices. Con lo de la sobreprotección, nos equivocamos y asfixiamos a los niños. Es normal pensar: “ay, que no se caiga a ver si se hace daño”. Pero quizás tenemos que dejarle, y si se cae, ya le darán puntos. Aunque llega un momento que dices: “oye, ya he ido 3 veces al hospital, tened más cuidado porque ya no puedo ir más”.
Con mis hijos siempre hemos querido normalizar sus cardiopatías. Es verdad que, por ejemplo, sí se ha hablado con el profesorado para no forzarles a hacer ejercicios que les generarían un sobreesfuerzo en Educación Física. Pero en general, pueden hacer vida normal porque el corazón avisa y el niño sabe cuándo tiene que parar. Hay que aprender a vivir con nuestras limitaciones: quien es más bajo no llega a saltar tanto como el que es más alto, pero el bajito a lo mejor es más ágil. Cada uno tiene unos dones y unas virtudes diferentes.
“Cuando nació mi hija, el doctor me dijo: “estos niños mueren, pero Lolita vivirá”
¿Qué consejos le darías a esos padres que han tenido hijos con discapacidad y tienen muchas dudas y muchos miedos?
Lo primero, que el miedo es irracional. Lo segundo: hay que dejarse sorprender. La actitud es muy importante: la vida es un cúmulo de obstáculos que uno va saltando y de los que sale fortalecido, con la determinación de salir adelante y con el optimismo de decir “sí se puede”.
Cuando escuchas que tu hija va a tener una cardiopatía, puedes pensar “qué horror, no podrá correr.” Pero luego te sorprendes y te das cuenta de que correrá hasta que aguante y cuando se canse, dejará de correr. No pasa nada, no hay que poner puertas al campo: hoy todo avanza muy rápido y se sale adelante.
Me acuerdo, cuando nació mi hija Lolita, que pregunté al doctor “¿vivirá? Tengo muchos más hijos y quiero ir mentalizándoles de si va a vivir o no” y me respondió: “Rosa, los niños con la enfermedad que tiene tu hija, mueren. Pero tu hija vivirá”. Yo me quedé desconcertada y le pregunté que por qué lo creía así. Me contestó: “porque vosotros, por todos los poros de la piel, respiráis vida”. Es cierto que ya nos conocía porque a ese Departamento de Cardiopatías habíamos ido muchas veces y creo que se ve fácilmente cuando alguien tiene ganas de vivir o ya ha tirado la toalla. Por eso, transmitir ganas de vivir a nuestros hijos es el mejor regalo que podemos hacerles. Ese, y los hermanos. Son la mejor compañía que pueden tener porque los padres seremos ancianos y moriremos y los que quedarán a su lado serán sus hermanos. ¿Y si vuelve a nacer otro niño con discapacidad? ¡Pues se harán compañía y apoyarán mutuamente!
“Las normas y los límites son necesarios para convivir”
Con tantos hijos la diversidad está presente de forma natural en la familia y habrá muchas diferencias de opinión. ¿Cómo se consigue armonizar todas estas diferencias para remar juntos en la misma dirección?
Pues mira, es verdad que hay una diversidad importante: la mitad son chicos y la otra mitad chicas; está el alto, el guapo, el listo, el que tiene dislexia, los hay más deportistas, etc. Desde fuera puede parecer que son “clones” porque tienen el sello Postigo y son todos del mismo padre y de la misma madre, pero realmente son muy diferentes.
Creo que la clave es educar a nuestros hijos en unos valores y normas que cumplir. Tenemos que poner límites. Yo siempre les he dicho que, mientras vivan bajo el techo de papá y mamá, hay unas normas inquebrantables. En casa tienen su cama y su comida caliente, pero nadie está obligado a estar. Y lo digo con todo el cariño. Muchas normas las ponemos entre todos, y otras, los padres. Una de ellas, que decidimos mi marido y yo, es que hasta los 18 años no iban a tener móvil. Cuando alguien incumple estas normas, que no son tantas (comer y cenar cada día en familia, llegar a una hora acordada, tener su cuarto ordenado…), tienen que ponerse un castigo que, además, piensan ellos mismos en su habitación: no salir un viernes, no tomar palomitas con el resto de hermanos mientras vemos una película, etc. Ese es nuestro modelo, habrá a quien le guste más y a quien le guste menos, pero sea cual sea, lo importante es poner límites y que todos sepan que los actos tienen consecuencias.
Conocemos a tus hijos por redes sociales, pero ¿cómo les definirías, con una palabra?
Carmineta, servicial; Perico, el intelectual-filósofo; Juampi, el organizador; Cuqui, la compradora compulsiva (está mejorando); Magui es la artista; Tere, la healthy (con la comida); Ita, la futura odontóloga (siempre nos revisa); Gabi, el político (le gusta liderar); Anita, la cocinera; Álvaro es la ingenuidad y la sencillez; Pepe es el hater de la familia en plena adolescencia (todo es “no, no, no”); Pepa es muy Pocahontas y creativa; Pablo es el que hace cumplir las normas; Tomás es un intelectual y muy divertido; Lolita es la presumida feliz que vive dando gracias por vivir; y Rafa, el último, el juguete de todos, es un observador de lo que ocurre en casa.
Se dice que las empresas diversas son también más productivas y sostenibles en el tiempo: ¿por qué entonces tenemos tanto miedo a lo diferente? ¿por qué queremos ser tan homogéneos?
Creo que nuestra sociedad está empezando a despertar al valor de la diversidad. Hace años, cuando íbamos por la calle con varios niños, nos llamaban locos. Hoy, nos aplauden. Viendo los últimos contratos que han hecho a mis hijos, con la que está cayendo, me pregunto por qué les han seleccionado a ellos y creo que ha influido la actitud que proyectan al haber sido hijos de familias numerosas. Un niño que convive con tanta diversidad desde pequeño, ha aprendido a pelearse, a discutir, a hacer las paces, a dar las gracias o a pedir perdón. Son personas que están muy trotadas desde los 2 años. Yo siempre digo en mis conferencias que mis hijos están preparados para liderar las multinacionales del siglo XXI.
“Como sociedad nos falta visión a largo plazo”
Ahora mismo la curva de envejecimiento avanza imparable ¿Por qué crees que cuesta tanto tomar la decisión de tener hijos?
Creo que los políticos se tienen que poner las pilas como han hecho en otros países, que han incentivado a las familias con ayudas como el cheque bebé o dando beneficios por cada niño nacido. El problema es que su visión es muy cortoplacista. Igual que la de la sociedad. La gente suele decir que un hijo es una carga y a lo mejor está pensando más en el viaje que va a hacer este verano, sin darse cuenta de que el mayor problema de hoy en día es la soledad. En Inglaterra han creado el Ministerio de la Soledad porque es un asunto de Estado. Hay tanta gente anciana que ha muerto sola y, como tienen domiciliada el agua y el gas, nadie se da cuenta. Sin embargo, a una persona con familia y amigos, esto no le va a pasar. Al final, cuando envejeces, lo que te hace ilusión es estar con los tuyos: con tus hijos, con tus sobrinos, con tus nietos… Como sociedad nos falta visión a largo plazo para darnos cuenta de esto.
Por otra parte, la gente se plantea tener hijos entre los 35-40 años, cuando en realidad se recomienda hacerlo a partir de los 20-25, cuando estás en plenas facultades. En mi caso, cuando con 25 ó 30 años tenía que dar de mamar por las noches o pasarlas en vela porque algún un niño estaba malo, lo hacía y al día siguiente me levantaba a las 7 sin problemas. Pero claro, con 44 años, cuando tuve mi último bebé y tenía que levantarme por la noche por cualquier cosa, al día siguiente me arrastraba físicamente porque el cuerpo está más machacado.
En los trabajos que has tenido a lo largo de tu vida, ¿te han dado facilidades para conciliar? ¿Has encontrado dificultades o ha sido una tarea más o menos sencilla?
Muchas veces se tiende a pensar que si eres madre y tienes una familia numerosa no te vas a comprometer con la empresa y todo lo contrario. Somos personas acostumbradas a comprometernos con nuestra propia familia y eso se traslada al trabajo. Teniendo una familia grande que mantener, nuestro compromiso y esfuerzo es doble. En mi caso, casi nunca he faltado al trabajo y al final es un win-win. Si eres válida, trabajadora y resuelves problemas, te dan flexibilidad cuando la necesitas, al menos en mi caso.
“Las redes son mi ventana al mundo para transmitir que se puede ser feliz con una familia numerosa”
En 2013 vio la luz tu primer libro “¿Cómo ser feliz con 1, 2, 3… hijos?”, ¿qué proyectos tienes en mente de cara al futuro?
¿Cómo ser feliz con 1, 2, 3… hijos? acaba de sacar su séptima edición y ha sido traducido al chino, aunque aún no está impreso. Con éste, ya ha sido adaptado a 15 lenguas. Tengo previsto hacer varios viajes más cuando acabe la pandemia, como por ejemplo a China. También tengo una cuenta de Instagram con más de 60.000 seguidores y un canal de Youtube, que tiene más de dos millones de visualizaciones (se llama “La familia Postigo”) y otro en TikTok con más de 600.000 visualizaciones. Las redes son mi ventana al mundo para transmitir que se puede ser feliz con una familia numerosa, con sus debilidades, sus oportunidades, sus anécdotas, etc.
Creo que los “influencers” tenemos la responsabilidad de ser positivos para influir hacia un mundo mejor. Mi hijo pequeño de 11 años está con un canal de Youtube que se llama RaffPo. Y la gente a veces se sorprende que desde tan pequeño se dedique a los Mass Media, donde sale tocando la guitarra, ordenando la habitación, etc. Pero yo creo que es necesario poner mensajes positivos y optimistas en las redes, que hacen mucha falta en la actualidad.
“No cambio el haber leído un poco más por haber tenido un hijo menos”
Para terminar, un pequeño cuestionario: algo que eches de menos, algo que te gustaría hacer pero aún no has hecho y algo que nunca harías.
Lo que más echo de menos, desde hace 3 años que me quedé viuda, es estar al lado mi pareja, mi marido, mi proyecto de vida. Me siento coja. Aunque sé que está en el Cielo, me falta ese calor humano.
Algo que me gustaría hacer y no he hecho. La verdad es que tengo mil planes: soy una persona muy ambiciosa y me encantaría hacer muchas cosas. Por ejemplo, me gustaría dedicarme a pintar. Soy diseñadora de estampados de una empresa textil, pero me gustaría dedicarme a pintar de forma artística, también me gustaría restaurar muebles, me gusta la decoración, el interiorismo, leer más… Es verdad que el tiempo es limitado y, teniendo una familia numerosa, el que tienes para ti mismo es más reducido. Pero soy feliz, no cambio el haber leído un poco más por haber tenido un hijo menos. Ya llegará el tiempo de leer más y hacer otras cosas como estar con mis amigas.
Algo que nunca haría, no lo sé. Lo que nunca haría, nunca lo hago.
Debe estar conectado para enviar un comentario.