Vicente del Bosque no necesita presentación. A sus 65 años, es una personalidad emblemática, no sólo en el mundo del deporte, sino en la sociedad en general. Es ex-futbolista, entrenador y seleccionador de fútbol de España desde 2008. Y un entregado padre de 3 hijos. El mediano, Álvaro, nació con síndrome de Down hace hoy 27 años.
¿Cómo se definiría en unas pocas palabras?
Ante todo, como una persona normal que intenta llevar esa normalidad a todos los ámbitos de la vida. Y cumplir con mis responsabilidades de la mejor forma posible.
De todos los momentos que ha vivido, ¿cuál catalogaría de inolvidable?
No me quedo con ningún momento concreto, sino con el recorrido general que he tenido en mi carrera deportiva. Primero en el Club, en el Real Madrid, y después en la Selección Española.
Ha sido una experiencia de vida extraordinaria en su conjunto. Cuando era un chaval no me hubiera imaginado aspirar a tanto.
Indagando un poco en el terreno deportivo, ya no tanto en el fútbol, sino en la gestión de personas, ¿cómo se consigue cohesionar a 23 estrellas individuales para que trabajen en equipo de forma coordinada?
No es fácil simplificarlo. Intento que haya una buena convivencia apostando por una filosofía común para todo el mundo, marcando unos objetivos claros, compartiéndolos y equilibrando el talento individual con el orden, que es básico para contar con un equipo cohesionado. Y por supuesto, es muy importante emocionar a los jugadores con su profesión, pues es lo que nos hace estar más cerca del éxito.
No debe ser fácil seleccionar a 11 jugadores y dejar a otros en el banquillo…
La lucha de vanidades es una de las singularidades que tiene un vestuario en relación a cualquier otra empresa, en la que todos trabajan y tienen su jerarquía. Sin embargo, en el fútbol es diferente, porque llegado el momento sólo juegan 11.
No es sencillo convencer a cada uno, pues todos piensan que tienen posibilidad de jugar, pero creo que la clave es la actuación y el criterio justo del entrenador. Sólo con justicia se gana la confianza del equipo.
«Ya no sabríamos vivir si nuestro hijo Álvaro»
Hablemos ahora de su faceta familiar. Usted es padre de 3 hijos, ¿qué valores del deporte les ha transmitido para la vida?
La vida es competir también, pero al igual que en la competición, hay unas normas y un juego limpio necesario para que todo funcione. Intento que respeten las reglas, sean buenos chavales y felices en su vida.
Álvaro, el mediano, nació con síndrome de Down, ¿fue fácil de encajar?
Al principio fue un gran choque, pero luego la vida nos ha demostrado que hay que relativizar. A día de hoy, puedo decir que Álvaro ha sido una bendición y no nos incomoda en absoluto, al contrario: ya no sabríamos vivir sin él.
¿Qué lección (o lecciones) ha aprendido de su hijo?
El amor en el sentido más amplio de la palabra. Es puro, bueno y nos hace felices a todos.
¿Cree que casos como el de Álvaro, que ha protagonizado bonitos momentos en los medios, pueden ayudar a normalizar la discapacidad entre las familias españolas?
Sí, pues ayuda a dar visibilidad a la discapacidad y creo que eso siempre es bueno, porque muchas familias se sienten identificadas. Afortunadamente, la discapacidad ya se ve con mejores ojos, cada vez hay más conciencia de que hay que convivir con todo tipo de personas y facilitar la vida a las que encuentran más dificultades. Y esto irá cada vez a más.
¿Cómo le gustaría ver a su hijo en los próximos 10 años?
Feliz, trabajando (como ahora) y llevando una vida normalizada en el ámbito profesional y personal.
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