«La EPA es esperanzadora e inclusiva, pero queda mucho por hacer»

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@PacoMesonero

Por primera vez desde que comenzó la crisis, comienzan a atisbarse signos claros de recuperación: se cumplen tres trimestres consecutivos de descenso en el número de parados y se registra el mayor incremento interanual de la ocupación del último lustro, con un 3,1% más de personas trabajando que en el mismo periodo de 2014 (un total de 18.048.700 ocupados). A los datos de la última EPA me remito.

Cierto es que el recorrido es largo y aún está en sus albores. Y no se trata de un camino exento de complejidad.  Pero parece que la situación se está enderezando, y de forma definitiva.

Pero sin duda,  de esta evolución favorable me quedo con su carácter inclusivo: el desempleo baja tanto en hombres como en mujeres y en todos los grupos de edad. Y, al mismo tiempo, se registra un incremento de la ocupación para todos ellos.  Especialmente significativo el caso de la fuerza laboral juvenil: los menores de 30 años parecían no levantar cabeza, pero han registrado el primer incremento interanual en su ocupación desde que comenzó la crisis, alcanzando los 4.739.700 trabajadores. Por otra parte, los mayores de 45 años continúan incrementando su número de activos, volviendo a respirar aliviados un trimestre más –entiéndase, en términos estadísticos-.   En la misma línea, el empleo generado durante el último ejercicio se reparte de forma equitativa entre hombres y mujeres: un 53% ha sido para ellos y un 47% para ellas.

En resumen, los datos de la EPA del tercer trimestre proyectan una mejora global de la economía en la que todos avanzamos hacia delante, con cooperación y unidad, integrando esa diversidad tan necesaria para nuestra sociedad y para nuestro mercado laboral.

A pesar de ello, no podemos confiarnos ni dormirnos en los laureles. Es cierto que el mercado está teniendo un buen comportamiento, sin duda esperanzador. Pero no debemos obviar a las casi 2 millones de familias con todos sus miembros en paro. Ni al 65% de mujeres que sufren violencia de género y que necesitan un empleo para reconducir sus vidas. Ni a los parados de larga duración –casi 3 millones- que necesitan ingresos con urgencia. Ni a las personas que, como consecuencia de un proceso de lanzamiento, han perdido su única vivienda.

En definitiva, personas en riesgo de exclusión que necesitan un compromiso muy certero de las empresas y de la Administración Pública.  Un compromiso que debe trascender  la política de RSE para convertirse en un elemento estratégico para toda organización.

Nuestro mercado laboral necesita del trabajo en equipo entre profesionales senior  y junior, que aporten innovación y creatividad –especialmente patente en los jóvenes- o experiencia y madurez –más visible en los mayores de 45 años. Asimismo, las empresas necesitan nutrirse del talento de todas las personas, sean hombres o mujeres, siendo la participación creciente de estas últimas un elemento central para la competitividad de nuestra economía.

Destacable también el papel de las personas con discapacidad, un sector de la población que aporta una dosis extra de esfuerzo, superación, capacidad de sacrificio y un largo etcétera que se materializa en productividad y resultados. Algo que las empresas empiezan a asumir con cada vez más determinación, habiéndose alcanzado el récord de contratación de trabajadores con discapacidad en 2014.

En síntesis, nadie sobra: contamos todos. Y de forma individual, pero coordinada, debemos  trabajar para poner en valor la diversidad como fuente de enriquecimiento,  contribuyendo a que estos resultados de la EPA no sean casuales, sino que se conviertan en tendencia.

Francisco Mesonero

Director General de la Fundación Adecco

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