La población activa sénior alcanza cifras históricas, pero el desempleo de larga duración y la brecha de género siguen frenando su inclusión

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¿Qué nos dice la última EPA sobre las personas más veteranas de nuestro mercado laboral, es decir, las que superan los 50 años o población activa sénior?

En primer lugar, hay que destacar que nuestra sociedad en general y el ámbito del empleo en particular, continúan adquiriendo un rostro cada vez más sénior. Los datos de la EPA del tercer trimestre de 2024 así lo reflejan. Hoy, la población activa sénior -mayor de 50 años- alcanza la cifra récord de 8.420.900 personas. Durante el último año, un total de 223.200 hombres y mujeres se han incorporado a la fuerza laboral de esta franja de edad, que ha crecido un 2% en el último año y un 44% durante la última década. En otras palabras, en el mismo trimestre de hace 10 años se contabilizaban 5.838.900 personas de 50 años o más que tenían trabajo o lo buscaban.

Por otra parte, los datos de la EPA arrojan un descenso en el número de personas desempleadas del 5%, un porcentaje que resulta inferior entre las personas sénior, cuyo paro se ha reducido un 3,7%. Entre las personas en desempleo, también las mayores de 50 años tienen un peso creciente. Por primera vez, representan el 30% del total y alcanzan las 818.200.

Una de las características más llamativas del desempleo sénior sigue siendo la cronificación. El 55% supera el año en búsqueda activa de empleo, mientras que a nivel general el porcentaje alcanza el 37%. Las personas sénior siguen afrontando un gran estigma que cuestiona sus habilidades profesionales, su flexibilidad, capacidad de aprendizaje o compromiso con la organización. Además, muchas veces las empresas se muestran reacias a invertir en la formación o capacitación de las personas sénior, en un momento en el que la jubilación está más cercana en el tiempo. Paralelamente, las personas sénior tienden a ver mermada su autoestima y sus expectativas profesionales no suelen ser muy elevadas, con lo que entran en un círculo vicioso de desmotivación que perjudica y prolonga el proceso de  búsqueda de empleo.

Un desempleo con rostro femenino

Esta situación se intensifica en el caso de las mujeres. El perfil predominante de desempleado sénior vuelve a ser femenino. Las mujeres mayores de 50 años suponen el 55,3% de desempleados sénior, frente al 44,7% de los hombres. La feminización de los cuidados a personas dependientes, la estigmatización de las interrupciones laborales por cuidados de la familia, así como las mayores exigencias y prejuicios asociados a la imagen – en ocasiones sigue asociándose profesionalismo con apariencia juvenil- afectan en mayor medida a las mujeres sénior y se convierten en barreras difíciles de sortear.

La mayoría de los nuevos ocupados tiene más de 50 años

Por último, es destacable que durante el último año se han creado 254.600 empleos para personas mayores de 50 años, un total del 67% del total de puestos de trabajo que se han creado en España.

En síntesis, la última EPA nos deja un sabor agridulce en cuanto a la población activa sénior. Uno de los aspectos más positivos es que han sido el grupo más beneficiado por la creación de empleo durante el último año, en coherencia con su peso cada vez mayor entre la población activa. Además, se ha producido una reducción de las personas en desempleo mayores de 50 años. Sin embargo, las sombras siguen siendo múltiples, destacando la cronificación del desempleo y la feminización del mismo, acentuándose la brecha de género y exponiendo a las mujeres mayores de 50 años a situaciones de mayor vulnerabilidad, pobreza y/o exclusión social.

El gran reto vuelve a ser rescatar a las personas sénior del desempleo de larga duración. Apostar por políticas activas de empleo y capacitación en sectores emergentes, así como iniciativas de reskilling y upskilling en las empresas, que doten a la fuerza laboral más veterana de las habilidades y competencias para mentener su productividad en el tiempo.

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