Saliendo del abismo de la crisis

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Despacio, pero con garantías

Las heridas de la crisis siguen abiertas y habrá de pasar tiempo hasta que cicatricen, pero ya estamos lejos del ojo de la tormenta.  Al menos así se desprende de los datos de la última EPA, cuyas cifras reflejan que los vientos huracanados se han ido para no regresar –aún impone pronunciar esta frase-.

Concluye el año con el mayor descenso de la serie histórica en el número de parados (por fin baja de los 5 millones) y alcanza una tasa del 20,9%, a un nivel similar al del año 2010. Y cumplimos 2 años consecutivos de creación de empleo, hecho que psicológicamente nos infunde confianza y la esperanza de que no puede ser casualidad, sino tendencia creciente.

¿Optimismo ante estas cifras? Sin duda, pero moderado. Toda mejora se antoja insuficiente cuando venimos de una crisis que ha tocado tan hondo.  Tenemos medio millón de ocupados más que el año pasado, pero 2 millones menos que antes de la crisis.  Y los desempleados descienden, por tercer año consecutivo, hasta alcanzar las 4.779.500 personas, pero no podemos olvidar que en tiempos de prosperidad no alcanzaban los 2 millones.

También la ocupación vuelve a crecer entre los mayores de 45 años, sector que lo merecía con creces, habida cuenta de cómo les arrasó la destrucción de empleo.  Y más de 100.000 abandonan las listas del paro, lo cual sin duda es una buena noticia.

Así, a pequeños pasos, vamos alejándonos de la crisis que asoló nuestro país. Avanzamos despacio y a veces nos puede la impaciencia, pues las cifras, aunque mejores,  siguen doliendo- una de las más lacerantes es la de los hogares con todos sus miembros en paro, que aún alcanza el millón y medio-.

Dicho esto, creo que lo importante es que el avance, aunque lento, sea firme y consistente.  Mejor aproximarnos hacia la prosperidad despacio, pero con el convencimiento de que es un camino de no retorno, a hacerlo a trompicones, pensando en el corto plazo y tomando decisiones precipitadas que bien podrían ponernos de nuevo bajo el ciclón.

Por fortuna, y a la luz de los datos de la EPA, parece que estamos consiguiendo ese avance lento pero seguro. Sin embargo, para que así siga siendo y este progreso sea sostenible en el tiempo, vuelvo a apelar a la cohesión entre todos los actores sociales. No hay otra fórmula. Las políticas público-privadas de empleo desempeñarán un papel fundamental. Sólo con compromiso, poniendo la mirada en el largo plazo y reforzando las políticas de  RSE, lograremos un mercado laboral estable e integrador. No podemos perder un minuto ni bajar la guardia, pues son muchas las familias que aún necesitan apoyo para salir de la exclusión social. Y ahí hemos de estar para dárselo. Con el objetivo de que sean muchas más “EPAs” las que nos dejen buen sabor de boca y, entre todos, podamos recuperar el lugar que el país y los trabajadores se merecen. Despacio, sí, pero con garantías.

Francisco Mesonero
Director General Fundación Adecco

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